sábado, 27 de abril de 2013

Modo de liberación.



Jesús ofrece a la humanidad la posibilidad de salir del estado de esclavitud y opresión. El modo como lo hace lo expresa Juan con la frase, paralela a la anterior: «Este es el que bautiza con Espíritu Santo». La comunicación del Espíritu da la experiencia del amor del Padre, cambiando la imagen de Dios. El que era visto como Soberano, se experimenta ahora como Padre; el que era concebido como objeto de temor, se manifiesta como amor incondicional y el hombre aprende que puede poner en él su total confianza. La idea de un Dios juez y vengador hace del hombre un esclavo. La intimidad y confianza con Dios, que ya no aparece como Soberano ni como Juez, sino como Padre, libera al hombre de todo miedo y sumisión, haciéndolo libre y señor de sí mismo. Cambia al mismo tiempo su relación consigo mismo, con la humanidad y con el mundo, pues lo ve todo como objeto del amor del Padre. 

El tema de la libertad se trata también en Jn 8,32, donde Jesús dice a «los judíos» que la «verdad hace libres» y saca de la condición de esclavo, en la que se encuentra quien practica el pecado (8,34). «La verdad», en cuanto conocimiento, no es una doctrina ni una serie de enunciados, sino que nace de la experiencia del amor de Dios, mediante el Espíritu que Jesús comunica al hombre. 

La experiencia de vida y libertad que produce el Espíritu relativiza los demás vínculos y libera de ellos. Para obtenerla no basta, sin embargo, la adhesión intelectual al mensaje de Jesús: se requiere la opción por el bien de los hombres, rompiendo con el sistema de injusticia (8,23) Y practicando el amor conforme al mensaje (8,31); sólo entonces poseerá el hombre «el Espíritu de la verdad» (14,16; 15,26; 16,13), que lo hace libre. 

La libertad que da el Espíritu permite expresar sin restricción alguna el amor generoso y fiel Un 1,17) que constituye el dinamismo del Espíritu mismo, amor que lleva al don de sí mismo y se expresa en él Un 10,11.15.17; 15,13).

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