sábado, 27 de abril de 2013

Libertad ante los poderosos.



Jesús nunca muestra servilismo hacia los poderosos: Cuando unos fariseos le advierten que Herodes, el tetrarca de Ga1ilea, 10 busca para matado, él niega que Herodes pueda disponer de su vida y 10 llama «ese don nadie» (Lc 13,32). Ante la pregunta de los sumos sacerdotes y senadores sobre el origen de su autoridad, Jesús, antes de contestar, les pide que definan su posición y, ante su negativa, no les responde (Mt 21,23-27 par.). Se encara con los mismos dirigentes del templo y del pueblo, que no han hecho caso de la predicación de Juan Bautista ni han renunciado a la injusticia, y los compara peyorativamente con los descreídos y las prostitutas (Mt 21,31-32). Por otra parte, lanza públicamente tremendas invectivas contra los letrados y fariseos (Mt 23 par.). 

Sus mismos enemigos reconocen su libertad ante los poderosos (Mt 22,16: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios con verdad; además, no te importa de nadie, porque tú no miras 10 que la gente sea»).

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