sábado, 27 de abril de 2013

Libertad ante las instituciones y convenciones sociales.



En otro terreno, Jesús no respeta las discriminaciones sociales impuestas por la Ley o por la práctica religiosa: En Israel, el prototipo de la «impureza» era el leproso, excluido por la Ley del trato con Dios y con los hombres (Mc 1,39-45 par.); Jesús acoge y toca al leproso, violando la Ley, para denunciar esta injusticia. Otro grupo marginado de la sociedad estaba constituido por los «pecadores» o descreídos, entre los cuales figuraban los recaudadores de impuestos, odiados por su rapacidad y por trabajar para el tetrarca Herodes, aliado de los romanos; ningún judío piadoso tenía trato con ellos; Jesús, en cambio, los admite a su mesa, en señal de aceptación y amistad, provocando el escándalo de los maestros de la Ley (Me 2,15-17 par.). 

Acoge a la mujer impura (5,23b-34 par.) y a la pecadora pública (Le 7,36-50), que son figuras de sectores marginados de la sociedad. El mismo se invita a comer en casa de Zaqueo, el jefe de recaudadores (Le 19,6) y no le importa que lo motejen de «comilón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos» (Mt 11,19 par.). Integra en el grupo de los Doce a hombres de diferentes tendencias (Mc 3,13-19 par.).

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