- LIBERTAD Y AUTORIDAD.
- I. DOS CLASES DE LIBERTAD.
- II. LA LIBERTAD DE JESÚS.
- Libertad de opción.
- Libertad de expresión y de acción.
- Libertad ante las instituciones y convenciones soc...
- Libertad ante la enseñanza y la doctrina oficial.
- Libertad ante los poderosos.
- Sentido de la denuncia.
- III. LA EXOUSÍA: LIBERTAD Y AUTORIDAD. En el mundo...
- En el evangelio: Origen de la Autoridad.
- Función de la autoridad: Dar vida.
- IV. ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS.
- Figuras de la libertad en los Evangelios.
- La figura del éxodo.
- Liberación interior: El Leproso.
- El sordo y el ciego.
- Liberación del pecado.
- Modo de liberación.
- El miedo, obstáculo a la libertad.
- Diferentes destinatarios.
- V. LIBERTAD DELCRISTIANO.
- Libertad y responsabilidad.

Como sembrador del Evangelio, Juan Mateos ha ido dejando caer su semilla a lo largo de los últimos años. Juan Mateos ofrece una síntesis de la doctrina evangélica con la originalidad, el poder de sugerencia, la claridad y la sólida base exegética que le son habituales. Dejamos aquí, su cuarta conferencia pronunciada en el Congreso de la Asociación Juan XXIII en septiembre de 1989.
sábado, 25 de mayo de 2013
LIBERTAD Y AUTORIDAD DE JESÚS. ÍNDICE.
sábado, 27 de abril de 2013
Libertad y responsabilidad.
La
libertad cristiana, que es total (1 Cor 6,12; 10,23), se limita ella misma por el
sentido de responsabilidad hacia uno mismo (1 Cor 6,12) o hacia el prójimo (1
Cor 10,23; Gál 5,13; cf. Rom 14,15).
De
hecho, la libertad en sí misma puede ser destructiva.
Para
ser constructiva ha de ir encauzada por la responsabilidad, que en lenguaje
cristiano se llama amor. «Libertad responsable» es lo mismo que «libertad en el
amor». Así se deduce de la escena de «los amigos del Esposo», expresión con la
que Jesús designa a sus discípulos. Los ascetas judíos reprochan a Jesús que no
impone una disciplina o una normativa (ayuno) a sus discípulos. Jesús enuncia el
principio: estando con él, no hay ayuno, sino alegría; no hay normativa, sino libertad,
pero todo ello dentro de la amistad con él. La amistad, amor o adhesión a
Jesús, que lleva a la identificación con él, hace que el discípulo nunca use de
su libertad para hacer daño, sino solamente para hacer bien. Como la de Jesús, ha
de ir guiada por el amor.
Por eso,
cuando los débiles en la fe se escandalizan de la libertad de otros cristianos,
Pablo prefiere y aconseja limitar ese uso antes que hacer daño (Rom 14,1-4.15).
El amor sabe renunciar al propio derecho por el bien de los demás.
Terminemos
con la frase lapidaria de Pablo: «Donde hay Espíritu del Señor, hay libertad»
(2 Cor 3,17; cf. Rom 8,15; Gá14,6s), que puede enunciarse también a la inversa:
«Donde no hay libertad, no hay Espíritu del Señor».
V. LIBERTAD DELCRISTIANO.
Para un
cristiano, el ejercicio de la libertad de opción ha tenido su expresión máxima
en el propósito de seguir a Jesús. Esta opción ha orientado su vida y le ha marcado
el camino.
La opción está tomada y no hay que repetida, basta con renovada. La opción inicial abre la posibilidad de la libertad de acción o autoexpresión.
Así, el
cristiano, arraigado en la experiencia de su encuentro con Jesús, es el hombre
que se identifica con él, que asume como propia su escala de valores y que en
su vida los expresa sin temor a las consecuencias. Su libertad manifiesta la fuerza del Espíritu
que ha recibido de Jesús.
En
Marcos, Jesús comunica a «los siervos» su propia «autoridad» (Mc 13,34), lo que
equivale a comunicarles el Espíritu que él posee (cf 1,8: «él os bautizará con
Espíritu Santo»). Los capacita así para realizar un programa que, en sus líneas
generales ha de coincidir con el de suyo: liberar a los hombres de su pasado
pecador y comunicarles vida.
Se
trata, por tanto, de una transferencia de responsabilidad: la acción que Jesús
ha llevado a cabo en la tierra ha de ser continuada por los suyos. La formulacion
exousía-autoridad indica que los seguidores de Jesús no han de reconocer
obstáculo para su misión, que ésta no está supeditada a la decisión de
autoridades humanas. El don de la exousía los iguala a Jesús.
Diferentes destinatarios.
La
labor liberadora de Jesús adquiere diversos matices según los tipos de gente
con los que se ejerce. Mucha gente estaba integrada y acostumbrada a vivir bajo
un sistema opresor. En ese caso, la actividad liberadora de Jesús empieza por despertar
la conciencia de la opresión y de la necesidad de opción, en sacudirlos de la
situación acrítica en que se encuentran los que están dormidos en la costumbre,
en el sistema. Así sucede, por ejemplo, en la sinagoga de Cafarnaún (Mc 1,22b-28).
La
libertad está encadenada en los poseídos y endemoniados, figuras de los
fanáticos de una ideología destructora; por eso la liberación del fanático, que
ha renunciado a su libertad
(espíritu crítico) es más difícil; de ahí que se describa en los evangelios con rasgos de violencia (Mc 1,25s; 9,26).
(espíritu crítico) es más difícil; de ahí que se describa en los evangelios con rasgos de violencia (Mc 1,25s; 9,26).
En
cambio, hay hombres inquietos y que gozan de un grado de libertad que les
permite llevar a la práctica una posible opción. Esos son los que llama Jesús
para construir su alternativa (Mc 1,16-22a; 2,14).
El miedo, obstáculo a la libertad.
La
libertad suprema se adquiere cuando el hombre pierde el miedo a la muerte.
Mientras exista ese miedo, tendrá que ceder ante todo poder que lo amenace. Por
eso Jesús pide a los suyos que no consideren la vida física como el valor supremo (Me 8,35 par.;
Jn 12,24s). Pero no lo hace exhortando a un fanatismo auto destructor, sino
inculcando la certeza de que la vida del hombre no termina con la muerte. De hecho, la vida divina que
es el Espíritu no puede ser destruida; para el que la lleva en sí, la muerte no
es un fin, sino un paso; como lo dice Jesús en el evangelio de Juan: «quien
cumple mi mensaje, no sabrá nunca lo que es morir» (8,51).
Modo de liberación.
Jesús
ofrece a la humanidad la posibilidad de salir del estado de esclavitud y
opresión. El modo como lo hace lo expresa Juan con la frase, paralela a la
anterior: «Este es el que bautiza con Espíritu Santo». La comunicación del Espíritu
da la experiencia del amor del Padre, cambiando la imagen de Dios. El que era
visto como Soberano, se experimenta ahora como Padre; el que era concebido como
objeto de temor, se manifiesta como amor incondicional y el hombre aprende que puede poner en él su total confianza. La idea de un Dios juez y
vengador hace del hombre un esclavo. La intimidad y confianza con Dios, que ya
no aparece como Soberano ni como Juez, sino como Padre, libera al hombre de
todo miedo y sumisión, haciéndolo libre y señor de sí mismo. Cambia al mismo tiempo
su relación consigo mismo, con la humanidad y con el mundo, pues lo ve todo como
objeto del amor del Padre.
El tema
de la libertad se trata también en Jn 8,32, donde Jesús dice a «los judíos» que
la «verdad hace libres» y saca de la condición de esclavo, en la que se
encuentra quien practica el pecado (8,34). «La verdad», en cuanto conocimiento,
no es una doctrina ni una serie de enunciados, sino que nace de la experiencia
del amor de Dios, mediante el Espíritu que Jesús comunica al hombre.
La
experiencia de vida y libertad que produce el Espíritu relativiza los demás
vínculos y libera de ellos. Para obtenerla no basta, sin embargo, la adhesión
intelectual al mensaje de Jesús: se requiere la opción por el bien de los
hombres, rompiendo con el sistema de injusticia (8,23) Y practicando el amor
conforme al mensaje (8,31); sólo entonces poseerá el hombre «el Espíritu de la
verdad» (14,16; 15,26; 16,13), que lo hace libre.
La
libertad que da el Espíritu permite expresar sin restricción alguna el amor
generoso y fiel Un 1,17) que constituye el dinamismo del Espíritu mismo, amor
que lleva al don de sí mismo y se expresa en él Un 10,11.15.17; 15,13).
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